jueves, 17 de junio de 2010

Yuxtaposición emocional narrada.

foto: Robert Mapplethorpe

"Tiene agujeros que no ves, picaduras de escorpión, que ocultan maquillaje de inocencia."

Añadir imagenGarcía Moreno, Carlos Alberto


"Le falló el mecanismo de la negación y entonces veía la realidad tal cual era,
la veía en toda su crudeza y sin sentido. Le faltaba la subjetiva fantasía e ilusión."


Allen, Woody

I. El eterno regreso
(Simbolismo)

Puedo tropezarme en la infinidad y recurrir al canto alegórico para suplir consecuencias. Puedo establecer puentes de madera que conecten la involuntaria expresión con la negación o la aceptación de consecuencias. Se plantea en torno a lo circular del evento. La magnificencia enredada en puños de caracol. Lo tautológico, lo inmune, lo visceral. En mí subyace perfumada, la voluntad de expresar o bien, de cobijar. Sofisticada cuestión de etiquetas y categorías enarbolan un laberíntico vocabulario de fantasías. Y no es que la cautela me sofoque, ni siquiera podría atribuirle eufemismos, puesto que me encontraría, una vez más, apresado en el núcleo.


II. Artificios

(Números)

Sufrir cambios numéricos, desvicular el tiempo del espacio y corroborar la existencia volátil de manera tal que todo permanezca inmóvil. Imposibilidades matemáticas posibles en dos deseos que atraviesan el aire y se recuestan en un suspiro. Perceptible, salado y tenso. Se consume el aroma del café en siete nubes diminutas y así, se amalgama la desmesura ya localizada en un hueco del viento. En un soplo de viento. De un viento húmedo, tal vez hostil, que ante el temor escapa del tiempo y desordena el espacio. Como él que, tras las catorce murallas del castillo, se refugia ahogado de soberbia ante la tempestad. Alzar dos compuertas, alertar cuatro arqueros mentales y escupir ocho flechas verbales hasta empatizar borbotones de sangre ajena. Inútil artificio invernal, inútil perfección defensiva derruida por emociones.


III. Percepto-Concepto (Interpretación por asociación libre)

(Relato síntesis)

Tal como lo esperaba, cada sonrisa que se desprende, desencadena un discurrir de ese río irracional que forma una parte del pensamiento. Un rincón, un recoveco árido como fachada de un manantial cálido que se desfigura ante el pronóstico de lluvia. Que se esconde como el sentir, que se camufla para estar sin estar, que no se verbaliza para no ser... pero que se arraiga a la carne para permanecer inquieto en nervios ínfimos sobre la suave piel. Las cortinas se mueven, la brisa las acaricia y las corrompe con impunidad para despojar despacio, muy despacio, cada gota de misterio. Se intercala el nectar borgoña con el fruncir de entrecejo que reclama silencio. Y el silencio a su vez reclama el grito. Y el gemido reclama tiempo. Y el tiempo suplica espacio. ¿Circularidad helicoidal? Un desencuentro atemporal de cuatro otoños. Con estas palabras no pretendo desnudarme, de hecho, no creo haber visto alguna vez mi reflejo sin vestiduras. Pero sí he intentado convertir en harapos mis guantes blancos, mi calzado de cuero y mi abrigo aterciopelado.


Mi coraza, yace a partir de este momento en el suelo. La desprotección, la vulnerabilidad y la irracionalidad intentan acestar golpes en la sien y en la espalda, golpes que ignoro por propia voluntad. Látigos que genero desde el castillo por propia voluntad. Así, la voluntad hoy es bidireccional ante la dicotomía, la duda y la incertidumbre. Así, la voluntad me exige el desarraigo de una porción del alma. Así... (te) escribo en una madrugada, cuatro otoños después.



alfre.